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domingo, septiembre 20, 2009




Julio Ramón Ribeyro

Dichos de Luder

Ribeyro es uno de mis autores favoritos. Miraflorino, que vivió muchos años en Paris. El es muy conocido por sus cuentos. La colección más popular es: La Palabra del Mudo. Dichoso nombre aquel, donde la mudez, toma la palabra. Están también sus libros: La Caza Sutil, Los Hombres y las Botellas o Las Botellas y los Hombres, Cambio de Guardia, Los Geniecillos Dominicales, Prosas Apátridas etc.

Leía yo uno de sus relatos y mencionaba sobre un volumen en gruesa pasta, que no era otra cosa que un cuaderno para anotaciones en formato de libro. El relato decía que lo recibió de regalo. Tenía muchas páginas en blanco y otras con versos, seguramente cuya autoría era del primer propietario del volumen.

El caso, es que la llegada de ese libro a su vida,  le provocó un cambio en su suerte. Todo iba empeorando. Sucesos cotidianos, se encaminaban a una tragedia. Hizo de todo y se desprendió del libro de anotaciones. Su suerte cambió.

Estando yo en uno de los libreros de Jr. Camaná, aquí en Lima, entre un matorral de libros, cogí uno de pasta azul, bastante viejecito el libro. Lo abrí, para saber de que trataba. Era un texto de solo hojas cuadriculadas empastadas, con varias páginas en blanco. Solo las primeras tenían anotaciones a manuscrito...caray, dije, el libro que relata Ribeyro en su cuento...deposité el texto en la ruma de libros y me retiré del local.





Dichos de Luder. Primera Edición: junio 1989. Jaime Campodónico, editor. Colección del Sol Blanco. Dirigida por Guillermo Niño de Guzmán y Jaime Campodónico.


Hay un título de Ribeyro, que me costó trabajo el ubicarlo...hasta que en la feria del libro Ricardo Palma, lo hallé: Dichos de Luder. Un libro delgadito, de muy pocas hojas y con reflexiones de Luder, personaje que como seudónimo usa Ribeyro. Y sobre estos dichos, es que deseo comentar...en realidad, sobre uno en particular. Dice el texto:
"LUDER regresa de su habitual paseo por el malecón.
Estoy confundido - dice -. Cuando me aprestaba a gozar de una nueva puesta de sol, un vagabundo salta la baranda, camina hasta el borde del acantilado, se baja los pantalones y se caga mirando mi crespúsculo. Eso demuestra la relatividad de nuestras concepciones estéticas"

 No soy Ribeyro, ni mucho menos Luder. Pero una tarde, iba yo en bus. Este se detuvo en el cruce de las avenidas Habich y Panamericana Norte, en lo que es el distrito de San Martín de Porres, aquí en Lima. En esa esquina había una construcción, eran unas oficinas de un solo piso, como una caseta, pero hecha de ladrillos y techo de concreto. El local, llevaba un cartel grande, donde se leía: Asesoría Jurídica Gratuita.

El semáforo, detuvo el andar de los carros que iban por Habich...yo allí, en uno de ellos. De pronto vi a un tipo con un papel en la mano. Se acercó a la pared del local de asesoría jurídica. Este estaba cerrado. Serían como las seis de la tarde de un día de verano. De pronto, el tipo se guarda el papel en el bolsillo trasero y escala la pared del recinto.

Ya en el techo, saca el papel del bolsillo trasero, se baja el pantalón y se encunclilla...ese hombre, literalmente, se estaba cagando en la justicia, a las seis de la tarde, de un día de verano, cerca de la puesta del sol.

Saludos amigos...¿Se animarán a escribir un comentario?

1 comentario:

Juan dijo...

Jajajajajaja, muy divertida entrada esta del cagón, jajajaja. Con lo injusta que es la Justicia, le estuvo bien empleado esa cagada. La pena es que no se hubiese cagado en algún juez o en algún abogaducho, de esos muchos que hay poco profesionales. Saludos Carlos y disculpa el retraso en contestarte, pues ya empecé mis clases y mi tiempo escasea. Ya lo has visto como publico menos entradas y las que publico son más cortas y más banales.