El Brujo Blanco de Lambarané
Hola amigos. Aquí otra vez, frente al teclado. Nuevamente, en tema, no baterilleril.
En más de una ocasión, he confesado mi pasión por la literatura, tanto la de baterías, como la de biografías o novelas. Yo gustaba de ir a una librería, que quedaba a la izquierda de la puerta de ingreso a la Iglesia de María Auxiliadora, ubicada en la Av. Brasil. En el segundo piso de esa librería, un padrecito era el encargado de la atención. Allí se distribuían libros de la Editorial Salesiana. Recuerdo haber adquirido uno sobre dispositivos para rectificación de corriente.
Había una sección, donde se ubicaban unos textos de biografías. Siempre husmeaba en esa sección. Me gustaban sobre todo unos folletitos llamados: Colección Mensaje a la Juventud. Me compré los títulos sobre: Martin Luther King, Ghandi y Albert Schweitzer. Invariablemente, el padrecito al hacerte el paquete, te introducía una estampita. Era el mensaje de espiritualidad.
Yo sabía de Luther King y de Ghandi, pero de Albert Schweitzer no. A ese título, lo reservé para el último. Cuando lo leí, me convertí en admirador de Schweitzer, conocido como: El Brujo Blanco de Lambarané.
Lambarané es una población que queda en el africano país de Gabón, a orillas del río Ogooué. Allí Schweitzer fundó un hospital en 1913, hospital que a la fecha, sigue atendiendo. Cuando por primera vez, llegó el Brujo Blanco, la gente se noticiaba a través de los tambores. La selva se iba enterando, que a Lambarané, había llegado un gran brujo, que devolvía la salud a las personas.
Schweitzer, ciudadano alemán, era ministro pastor de una iglesia evangélica. Filósofo. Organista y médico. Nació en Alsacia, esa provincia que junto con Lorena, vivieron trágicos eventos durante la 1ra y 2da guerras mundiales. Las provincias, se las disputaban Francia y Alemania.
Plano explicativo del hospital de Lambarané (Página 193) |
A los 21 años, Schweitzer, se hace una promesa, pasar a la acción, como parte de su mensaje evangélico. No sabía muy bien que iba a hacer. Sucedió que conoce de una misión con atención médica en Gabón. Esta misión, no contaba con un médico. Schweitzer, se ofreció a ir. Así que a la tardía edad de 30 años, se matricula en la escuela de medicina para conseguir su graduación.
Ya en Lambarané, con maderas y techos de calamina, construye un primer hospital, de un solo ambiente. Tiene que hacer frente a las epidemias de la enfermedad del sueño y la disentería. El Brujo Blanco, se valía de un interprete, para atender mejor a sus pacientes, también para darles las indicaciones sobre lo que debían hacer en temas de salubridad y evitar las recaídas y contagios. Por ejemplo, las poblaciones negras, cogían agua del rio, que estaba contaminado a pesar que el doctor, les indicaba que debían caminar hasta una cascada y obtener allí agua limpia.
Las recaídas y contagios, provocaban numerosas muertes, a pesar de los esfuerzo de Schweitzer. Fue tanta su sensación de inutilidad, que observando a la gente que iba al río, dijo: "He sido un idiota, en haber venido aquí a Lambarané. Mis esfuerzos, no logran resultado". Un auxiliar negro, que estaba junto a él, le dice: "Si doctor, tienes razón, aquí en la tierra, eres un idiota, pero en el cielo no"
La frase del auxiliar se quedó conmigo, al leerla por primera vez, los ojos se me humedecieron. Durante años, buscaba más información sobre Schweitzer. No eran los tiempos de Internet, ni de Wikipedia o del "gugleo". Así que no fue posible, ubicar mas títulos sobre él.
Y aquí, hace su aparición, nuevamente Jesús, mi amigo librero del Jirón Quilca. Me vendió el sábado 14 pasado, un texto: "Albert Schweitzer, la vida de un hombre bueno". Este era un ejemplar en óptimas condiciones, así que me embarqué en su lectura.
Esta semana, por motivos de mis baterías, he tenido que desplazarme, de un extremo a otro de la ciudad. El viaje en "combi" demora. Pistas en reparación, rutas alternas, abundancia de vehículos... yo, iba acompañado de El Brujo Blanco de Lambarané, para mi, el tiempo no pasaba, estaba ensimismado en la lectura.
Me faltan unas paginitas, para acabar el texto, pero quería escribir ya, acerca de este personaje... realmente, un hombre bueno. Por personas como él, la humanidad tiene salidas y esperanzas.
El libro del que ahora hago una glosa, está escrito por Jean Pierhal, editado por: Editorial Noguer. Tercera Edición, año 1965. El texto, tiene nada menos que un prólogo del genial Niko Kazantzaki, autor de La Última Tentación de Cristo.
Pues hasta aquí llego por hoy amigos lectores.
Saludos y bendiciones
2 comentarios:
Carlos, cuántas cosas buenas se pueden compartir! Gracias por hacernos conocer a este personaje. Y tiene razón, la vida es vivible si se sabe buscar y disfutar estas perlas en un mundo que parece tan extraviado.
Hooooola, pues ni yo tenia idea de que a Albert le llamaban asi "El Brujo Blanco", yo tengo mi propio blog http://aldogal.wordpress.com escribo poemas, leo libros y mis opiniones sobre ellos las publico en mi blog. Mi seudónimo tambien es El Brujo Blanco, pero por razones diferentes. Ahora aprendía algo mas, y muy muy bonita tu post.
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