Cada
elemento tiene dos juegos de placas, uno de positivo y otro de negativo
interpuestas e interconectadas tal como representa la figura 44. Se observa que
el número total de placas es siempre impar, habiendo en el grupo negativo una
placa más que en el grupo positivo. Precisamente este detalle sirve para
identificar cuáles son las placas negativas: siempre ocupan los lugares
extremos, que cierran el paquete total de cada elemento.
Hay otro
detalle que permite identificar la polaridad de las placas a simple vista: las
positivas tienen un color marrón, algo semejante al del café, mientras que las
negativas son grises.
Cada
elemento de las baterías transportables tiene un número total de placas
(positivas y negativas) comprendiendo entre 7 y 15, según sea su capacidad en
Amperios-hora. Las de 7 placas tienen 4 de negativas y 3 de positivas; las de
9, 5 de negativas y 4 de positivas; las de 11 tienen 6 de negativas y 5 de
positivas; y las de 13 y 15; tienen respectivamente, 7 y 8 de negativas con 6 y
7 de positivas.
Tanto en
la carga como en la descarga, las placas son verdaderos receptáculos de
sustancias químicas resultantes de las reacciones que se originan; primero por
el paso de la corriente y después por la regeneración de la electricidad. Esto
hizo pensar en la conveniencia de que las placas fuesen como una bolsa, llena
de las sustancias químicas que intervienen en el proceso de la carga y
descarga.
Fundándose
en este principio, las placas se construyen formando un sistema de nervios,
destinados a darles rigidez y, al mismo tiempo, servir de depósito, puesto que
todas estas cavidades se llenan de materia activa y luego se prensan. En la
Fig. 45 se indican algunas de de las formas que suelen afectar las placas
(antes de ser rellenadas), que, por su
forma, se les llama rejillas.
Como sea
que la rejilla constituye el soporte de la placa y éste es el órgano
fundamental de un acumulador, es natural que se hayan ideado muchísimos tipos
de rejas; sin embargo, hay dos tipos fundamentales y un tercero, derivado de
los otros dos. En la Fig. 45 se presentan:
a) Tipo
cruzado
b) Sistema
de nervios verticales (uno de los más usados)
c) El
modelo de nervios en diagonal y verticales.
Cada uno
de los sistemas arriba indicados, tiene sus ventajas e inconvenientes, pues lo
que se persigue es obtener un gran almacenamiento de materia activa y, a la vez,
que ésta no caiga; se procura asimismo que los nervios ofrezcan, en conjunto,
una rigidez suficiente para que las placas no se deformen.
La rejilla
sirve para dos finalidades bien distintas: de recipiente para las materias
activas y de la corriente que penetra y sale de cada elemento. Esto hace que
los constructores de baterías se hayan visto obligados a estudiar el problema
muy detenidamente, habiendo llegado, al fin, a resultados prácticamente
satisfactorios. Hacen las rejillas con una composición de varios metales que
aseguran una buena conductividad de la corriente eléctrica, mucha resistencia
mecánica, poco peso, fáciles de construir por su maleabilidad, poseyendo además
la propiedad de no sufrir efectos de flexión, a pesar de su fragilidad.
Las
materias activas que intervienen en la construcción, de las placas son todas
ellas compuestos de plomo. Merecen citarse el óxido de plomo, o litargirio
(fórmula química PbO); el peróxido de plomo (PbO2) y el minio (Pb3O4).
Para que la pasta obtenida no sea demasiado dura (que dificulte el proceso de
las acciones químicas) se combinan estas sustancias, teniendo en cuenta que el
óxido de plomo produce placas duras y compactas, mientras que el minio las hace
blandas y porosas. Evidente, es preciso obtener una rigidez mecánica suficiente
sin perder la porosidad,; esta se consigue mezclando convenientemente esos
óxidos de plomo y añadiendo sustancias inertes, que no intervienen en las
reacciones químicas, pero que proporcionan porosidad al conjunto.
Saludos amigos